Existe un lugar cálido y especial donde todo es posible; un lugar donde los problemas y las preocupaciones se desvanecen, a ese lugar acudo cada vez que el ruido exterior me aturde y me nubla la razón.
Este lugar que no sabe de normas, límites ni impedimentos, es un lugar con magia propia. A éste lugar lo llamo sueño.
Desde el principio de los tiempos y como nuestra segunda piel, los sueños emergieron en la vida del hombre, creando todo un universo vivo y en movimiento permanente, que anida su despertar en el tiempo del alba y del crepúsculo.
Un tema muy antiguo, siempre vigente e igualmente incierto por todo lo que contiene del pasado, presente y futuro. La curiosidad del hombre por conocer el significado de sus sueños, lo llevó con el tiempo a atender las señales, los mensajes y las respuestas que se encontraban en ellos.
Grandes maestros de la historia transmitieron profundos y perecederos mensajes que han trascendido en el tiempo. Muchos de ellos recibieron grandes revelaciones en sus sueños.
No se tienen las cosas porque si, todo en la vida está cumpliendo una función y existe por un sabio y valioso motivo. Los sueños no se quedan atrás, pues en ellos se concentran muchas más cosas de las que alcanzamos a imaginar.
Ese potencial que se anida en lo más profundo de nuestro ser está siempre listo para emerger y manifestarnos todas aquellas cosas que pueden mejorar nuestra vida; enseñándonos paso a paso la manera de ser mejores personas cada día.
No todo está escrito en el tema de los sueños, de hecho lo que hoy conocemos es una pequeña instancia que nos abre tan solo una de las puertas a un lenguaje y a un camino que solo depende de nosotros conocerlo, asumirlo y hacer parte de él.
Una parte representativa de nuestra vida se desarrolla en la actividad onírica, y desde allí, algo de nosotros activa habilidades, agudiza los sentidos, y descubre nuevos mundos que no son tan ajenos a lo que llamamos realidad.
Dormidos o despiertos soñamos y nos sintonizamos con sueños grandes y pequeños; desarrollamos permanentes imágenes con información única y exclusiva del soñador.
La naturaleza de nuestros sueños, son la esencia pura de lo que en realidad nos identifica como individuos y seres excepcionalmente únicos.
Los sueños están y seguirán estando, llegando a ser tan reales como una huella, tan sutiles como un suspiro y tan contundentes como su manifestación en nuestra existencia.